lunes, 28 de noviembre de 2011

VERONICA LONIS

VERÓNICA  LONIS
(Sobre una foto comentada por Juan José Millás)



Me miras desde abajo,
desde la huida de tu niñez,
y me siento enfermo,
deudor, asqueado de mí.
Querría que mis lágrimas
fueran tempestades,
divinidades aniquilantes
que concentraran en la nada
a la mano que te muestra
convencida sus nudillos,
al aliento dañino
que te apesta la vida.
Tu uniforme son tus huesos
escapando de tu piel,
y tu sombra un espectro
ahorcado con descaro.
Sin lamentos, sin palabras,
te hundes en la sinrazón
de haber nacido allí,
sin opción, sin escapatoria.
Tu lazo coqueto, dice Millás,
nos distrae dos segundos,
luego, más solos que nunca,
pasamos página a tu foto,
y morimos un trozo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

ANA/LOGÍA



ANA
LOGÍA




Te devoro la duna de tus nalgas
y libero serpenteante lengua
en pos de tu recóndita humedad.
Tu perfil muestra cimbreado el labio,
el inferior, el que siempre ansío;
tu pelo se arremolina en vendaval
y mi aliento en tu nuca galopa.
Con los ojos cerrados me abarcas;
los pezones, puntales sobre mi pecho,
taladran mi arrebato jadeante.
Se inquietan tus piernas seda;
tu vello, mecido por los quejidos,
bebe el sudor que me disuelve.
Eres infinita entonces,
inaccesible para mis brazos.
Te aferras a mi sucinto cuerpo
preparándote para la mutación
que nos derrame y confunda
en una sola sábana blanca.
Amor ¿por qué mudar tu desnudez?
¿Por qué pulir tu geografía carnosa
y volverla inhóspito páramo?
¿Por qué existir sin perpetuo éxtasis?
Tú, amor, todavía con la espalda libre,
zumbando lo cotidiano en nuestra distancia,
te mueves previsiblemente por el cuarto
en el que ya cabemos los dos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

UNA JORNADA ELECTORAL








- UNA JORNADA ELECTORAL -






Cuando Ana y yo fuimos al colegio electoral ese mediodía, llovía intensamente, no sé si motivado por un recrudecimiento borrascoso o por una sibilina intención de quitarnos las pocas ganas de votar. El hall del colegio era la guarida perfecta para unos cincuenta votantes en potencia que acarreaban de acá para allá los carritos de los bebés o se reencontraban con ese vecino que viaja mucho o que cambió recientemente de domicilio. De lo que menos se hablaba en los corrillos era de política, creo que hasta resultaba molesto contemplar la montonera de papeletas haciendo guiños y cuchufletas para llamar nuestra atención y que se la eligiese, aunque fuera por descuido o por qué no nos habíamos puesto las gafas de cerca. El caso era coger una, lapidarla en un sobre y dejarla caer en la urna. Pero el desencanto por unos políticos que optan por la permanencia, por andar en el ranking del candelero o candelabro en vez de por mera vocación y fe en sus ideas, ese desencanto era tan notorio esa mañana de Noviembre cómo que llovía a cántaros porque tiene que llover, como decía el añorado Pablo Guerrero.
Indudablemente Carabanchel, el barrio donde vivimos y votamos, es zona urbana mayoritariamente de clase obrera, la que irrefutablemente está pagando y sufriendo esta crisis con la impronta de una ambición megalómana que poco tiene que ver con estas gentes de pisos de 60 m2 y vacaciones en el pueblo o en la casita playera donde se hacinan hijos y nietos para disputar un pedazo de mar contaminado, tan popular y sin privatizar, de momento. No es de extrañar que esta parcela de Madrid, castigada como es debido con una alta tasa de paro, anidada de contratos basura que hacen tirar a las familias más mal que bien, no es extraño, digo, que esta jornada electoral sea un ejercicio de inercia sin ninguna clase de esperanza. La desgastada, y siempre timorata, opción socialista parece dejar paso a la apabullante y sectaria baza del partido popular. Guatemala, con perdón, y Guatepeor, o viceversa, para los desheredados que siempre contemplaron el horizonte de su futuro entre hilvanes, y que algún avispado, de esos ambiciosos megalómanos, ni en la cárcel, ni en el paro, actualmente menos ruidoso simplemente, tuvo a bien abaratar gastos y emplear para ese hilván hebras recauchutadas de inmejorable apariencia y vida breve. Al estallido de la crisis, estos avispados, espabilados, toman sus vacaciones en hoteles de cinco estrellas en Salou en vez de la calidez aborigen de las Islas Seychelles, mientras los otros, a los que les cambiaron el hilo, malvenden su casita playera o del pueblo y renuncian a las vacaciones para mantener las lentejas con la miaja de chorizo.
Ya sin lluvia, aunque nublado y amenazante el cielo, ya noche de otoño avanzado, Ana y yo vemos por televisión el esperado fin de fiesta electoral. Discursos de ganadores y perdedores entre grandes propósitos a partir del día siguiente tanto de unos como de otros. Música y banderitas para los ganadores, apretones de manos fugaces y palmaditas en el hombro para los derrotados. Previsible y aburrido protocolo. "No nos miran -le comento a Ana- porque no se han percatado que estamos a sus espaldas".






Kabalcanty. 2011.

sábado, 19 de noviembre de 2011

FESTIVO


FESTIVO



Las calles se llenan de voces,
se hinchan hasta el estallido
para derretirse al sol almacenado
en la rejilla del sumidero.
Todos estamos tan festivos
que reímos enloquecidos al entorno.
Nada hay incómodo, tampoco tú,
agarrotado en un mohín
que has dejado prendido
como agasajo a lo que te desborda
y te tiñe de amarillo chillón
en el vidrio de un escaparate.
Solemos divertirnos, sin razón,
con la sinrazón por derecho,
y nos entusiasma culminar
asomados al podio,
anclado a dos bolas sonrosadas
de helado de fresa,
que la algarabía apeteció desertizar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

EN MEMORIA DEL CANTO DEL AVE CARROÑERA



EN MEMORIA DEL CANTO DEL AVE CARROÑERA



La tos me lleva la vida
en espasmódicas volandas,
acá, allá, en otoño maligno,
con dolores de espada y capote
y cierzo que campea mi pecho,
lo encoge y minimaliza.
La siesta se interrumpe,
te hace pensar en los límites,
la proximidad de la orilla,
el acantilado que espejea al fondo,
engañosas puntillas de colores.
Ni un ápice para descostrar
una intuición purulenta,
expectorante que blasfema pedazos
que son egos mayúsculos
finiquitándose en el envés
de un folio inmaculado.
No hay nada cierto,
tampoco el esputo que miente
vida tras vida en entredicho.
No busquéis en derredor mío,
voló hace tiempo,
tiempo en el que llovían estrellas.

domingo, 13 de noviembre de 2011

EL MÁS ALLÁ DE LA LECTURA


- EL MÁS ALLÁ DE LA LECTURA -


La barriga hacía oscilar la flecha de su corbata por fuera de la barandilla de su piso céntrico. Contemplaba un esquinazo de la acampada en la plaza, sorbiendo su café, regado con unas gotas sabias de brandy, con cierta molestia que se reflejaba en esa peculiar curvatura de su labio superior que adoptó cuando las gastritis se hicieron tan perseverantes. Lo que le parecía inadmisible es que hubiera, junto a los jóvenes que habían tomado la plaza por asalto, gentes de su misma edad y aún mayores. Su suspiro, tras el último sorbo de café, se enroscó en sus pulmones en una flema que tuvo que toser para despegarla. Entró en la casa y tomó de la mesita baja de madera noble el diario del día. Buscó un articulo en concreto para leerlo con avidez, al tiempo que su labio se destensaba y su barriga acompasaba el vaivén de su pecho. Aunque hacía demasiado calor para ser primavera, cerró las ventanas de golpe, echó las persianas y conectó el aire acondicionado. Se estiró la chaqueta sobre las solapas, ajustándose el nudo de la corbata, antes de teclear el móvil. Al segundo tono, le contestó una voz femenina con la que intercambió una serie de datos.

- ......... Perdón, joven, pero hoy me gustaría que viniera Belén, la universitaria activista, la del tatuaje comunista en el culo.

Tras confirmar la cita, enfiló sus pasos hasta el rosario de su madre, colgado a las espaldas de una Virgen del Rocío pintada por un notario, amigo de la familia, poco conocido por sus dotes artísticas, y lo guardó devotamente, con la delicadeza de lo sacro, en un cajón del escritorio. Sin nada más que hacer, se desabrochó los dos primeros botones del pantalón y releyó de nuevo el articulo del periódico a la sombra de su salón refrigerado.

sábado, 12 de noviembre de 2011

UN EXTRANJERO EN LA FERIA


- UN EXTRANJERO EN LA FERIA -

Este inicio de otoño tórrido me ha acompañado esta mañana en mi visita a la Feria Internacional del Libro, LIBER 2011. Había recibido, unas semanas antes, una invitación de la Editorial Bubok, donde tengo publicados mis libros, y aunque en un principio pensé no asistir, luego cierta curiosidad malsana me hizo cambiar de opinión. A las once de la mañana estaba entrando por el torniquete que me daba paso franco a la Feria. Lo espacioso y desangelado del lugar, junto al enjambre prefabricado que tan pronto siembra una cafetería como un pasillo con cinta deslizante, te hace sentir la provisionalidad como algo tan cercano e inminente que te gustaría en ese momento estar apiñado en cualquier vagón de metro sudando en común. Cuando he atravesado la puerta acristalada del pabellón 6, lo primero que se ha puesto en funcionamiento ha sido mi olfato: el olor a papel nuevo. Es un olor que me place, que pierden los libros en sus primeras y últimas hojas, pero que atesoran muchos años en las páginas centrales. Pasar las hojas de los libros de golpe, como si fuese un acordeón mudo, y aspirar su efluvio es un placer barato que, debidamente predispuestos, puedo hacernos viajar a mil y una sensibilidades.

He tomado el primer pasillo con el que me he topado. Casetillas de libros a izquierda y derecha con fuerte iluminación y mucho panfleto publicitario. Las corbatas en ellos y los trajes de chaqueta en ellas ataviaban el rumor de bocas que se afanaban sobre sus maletines como si en ellos hubiera algún incunable del siglo XV. En la confluencia de los pasillos se erigía la caseta de Rumania, invitada especial en esta edición de la Feria. De la inalcanzable techumbre del pabellón colgaban hilos de nylon con libros prendidos de autores rumanos y me ha venido a la cabeza Herta Müller y sus cuentos tan bellamente poéticos. Al final la he encontrado oscilando en pleno ostracismo y sin alas para volar. Sin embargo, he sonreído cuando he visto la generosa calva sobre la que gravitaba la Müller. He mostrado por los pasillos mi soledad con el pudor que conlleva no hallarse en el lugar adecuado. No creo haber visto a ningún escritor, acaso alguno perdido y sin fama, como yo, rondando alrededor de las editoriales on line, protagonistas irrefutables de la Feria. Portaban, dos o tres que me ha parecido vislumbrar, unas ridículas carterillas negras de polipiel donde se suponía encerrado su bagaje literario y desconocido. Desde luego, no estaban cómodos dentro de su rol, dejando su mirada en un más allá que siempre topaba con unos cortinones azulones que tapizaban la luz exterior. No, allí no estaba la Literatura que amo, simplemente se lisonjeaban entre si las periferias que inevitablemente rodean a todo arte que aspira a entrar en comunidad. El comercio de los autores en sus páginas bullía lo mismo que el parquet de Wall Street en cualquier día de Bolsa. Y no es que me parezca mal esta actitud, la cual supongo necesaria si el autor aspira a vivir de sus libros, sin embargo vista así de cerca, a lo crudo, me resulta tan distante a la creación literaria que no puedo por menos que sentirme personalmente muy distante. Me he visto perdido en un mundo en el que se premia más una llamativa encuadernación que un buen texto, a un autor con un traje de Armani y perilla entrecana que a otro con unos vaqueros y barba a lo Valle Inclán, a un libro en una vitrina de una impoluta y moderna avenida que a otro en un tenderete que monta un parado en una acera cualquiera para subsistir.............

A la salida, entre una nube de fotógrafos y un cordón policial que me ha arrinconado atropelladamente, me he cruzado con el señor Rubalcaba. Un hombre alto y gordón se ha lanzado a saludarle con la mejor de sus sonrisas y una leve reverencia nerviosa. El aspirante a Presidente de nuestra nación ha llegado a soslayarme, bastante después que sus guardaespaldas, y yo he aprovechado para escabullirme por una rendija de la puerta de al lado. En el pasillo al aire libre, he sentido un escalofrío a la altura lumbar al caer en las mientes sobre la cercanía del periodo preelectoral. Cuando he sentido el bravo sol otoñal en mi rostro me he notado más ligero, inusitadamente con menos peso, pero será que hace un par de días me extrajo una muela el dentista.

A PRIMEROS, GLORIA


- A PRIMEROS, GLORIA -


Mi mujer y yo hemos madrugado lo justo (esta vez me ha hecho caso y hemos salido de casa lo suficientemente temprano) para encontrar aparcamiento a la entrada del centro comercial. Lo adecuadamente cerca para coger el carrito y entrar al hipermercado sin agobios. Es primero de mes y todos andamos algo acelerados por conseguir las bonanzas del centro.

Hemos llenado el carro con algunos excesos, pero ¿quién se puede reprimir a tantísimas ofertas? Mi mujer ha comprado un ambientador múltiple externo para la terraza, ya que hay que reconocerlo, tenemos unos olores molestos a fritanga procedentes del bar de abajo de la finca; tres rollos, de colores diferentes, de cinta adhesiva que pega por las dos caras; una capucha reversible y amoldable a cualquier trenka, y papel higiénico impregnado en fragancia lavanda.

Yo he terminado picando en la barra de sonido Dolby-D8, que me quedé con ganas el mes pasado, con diez salidas y vibración inalámbrica; un bate de béisbol con radio FM Digital Sound, y lo mejor, un volante para los videojuegos con wifi y piloto automático.

Lo hemos pagado todo con la VISA y encargado para que nos lo lleven a casa a última hora de la tarde.

Al final, lo que siempre ocurre, nos hemos entretenido demasiado para lo que nos queda por comprar en el piso superior, en el de las tiendas de moda.

Si me gustan estas tiendas de ropa es porque se han adaptado al gusto de todas las edades, todos podemos ir convenientemente vestidos a la moda guardando los límites que cada edad exige. Mi mujer prefiere una moda juvenil y desenfadada, un poco en desacorde con su edad y que yo jamás me pondría. Cuestión de formas de madurar.

Verdaderamente todo nos ha salido baratísimo. Nos hemos reído de lo lindo comentando las compras cuando después nos hemos tomado un refresco en el bar que hay junto a los cines. ¿Quién no se viste de recibo con estos precios? Ella se ha comprado tres pijamas nórdicos auténticos. Si que es verdad que en casa hace mucho calor en invierno (siempre andamos en manga corta pues la caldera de gas natural funciona de maravilla), sin embargo nunca se sabe lo que puede suceder en un momento dado. El vaquero con remiendos de retales floreados es tan original que ya le he dicho que escoja la ocasión para ponérselo sin que llegue a ofender su diseño atrevido, pero fino. Y los botines de doble curvatura en la punta le encajan a medida para su estilo.

Yo tampoco me he quedado atrás. Una ganga de chaqueta sport de lana con solapas de cuero, para cenas informales, por menos dinero que la camisa de doble cuello, escocés y blanco, con botones de raso. Y además unos pantalones burdeos de cinturilla alta y bajo con vuelta, igualitos a los que llevaba ese famoso que vimos el fin de semana pasado por las calles del centro. ¡Auténticos chollos!

Luego, hemos tomado unas hamburguesas deliciosas, para después coger el coche y llegar a casa con tiempo de sobra para recibir la compra que nos traigan del hiper. Ha habido un momento en que nos hemos mirado a los ojos y nos hemos tomado las manos emocionados, tal y cómo hacíamos de novios. Y es que estos días nos unen tantísimo, nos recuerdan tanto que nos queremos, que acabamos riéndonos y besándonos sin ton ni son. Es lo que tienen los primeros de mes.

TITULOS PUBLICADOS

En el discurrir de las cárcavas (Una
antología poética y un apéndice)................
Novelas verticales (La Raza/ Otho,
el inapreciable)............................................

El Gran Anuro y otros cuentos..................

Tres títulos publicados por Kabalcanty (M.Jesús González C.) que se pueden adquirir en la Editorial online Bubok. Gracias, amigos.

SOMBREROS

POETA KABALCANTY

KABALCANTY A LOS INDIGNADOS

VOLVER (VERSOS DESDE UNA FOTO)


VOLVER

(VERSOS DESDE UNA FOTO)

Nunca debí abandonar la bruma

que algodona el puente colgante,

su incertidumbre, su inestabilidad,

su amplia sinceridad inacabada

que intuía el vello de mis piernas

en el vacilar prendido de mis pasos.

Nunca debí colmarme de visibilidad

para cerciorarme del acorazado horizonte

que, arrugado como guiñapo infértil,

atrapa el suspiro de los imbéciles.

Jamás tuve que tomar el respiro

que confundió los aires purificados

con el aliento de pretéritas fauces

que sólo eran el reclamo del eco

que, milenario, zumbaba fantasmal

en el vacío del que me sabía a salvo.

Digo nunca, como veis al frente,

con el entusiasmo del retorno

que sobradamente irrespirable

es morada de cuestionables paredes

que digiero sin forzar mi mudez.

Y DUELE


- Y DUELE -

Sellas tus párpados sin mirarme

y te enrocas a tu espalda

contrayéndote a mis dedos.

La senda de tus besos oscurece

en un invierno tan crudo

que pende su silencio en estalactita.

Sin duda mi muerte no es terrenal,

no yazgo macilento y sin latido,

mas me adornan punzantes lágrimas

que enrejan mis ojos nocivos

y despellejan mis pies enraizándolos

en tamaña quietud que me sepulta.

Tu corta pero afilada distancia

me deja sin ramas, sin dúctil boca

que te amolde a mis palabras,

es el embozo del vacío que huí

cuando me sostuviste con tu sonrisa.

No insinúes mi deriva,

sea tu impronta dolorosa en mi mejilla

y prescindir del relieve de tus ojos,

pero equilibrarte al canto de mi uña,

unívoca, amor de mis amores.

(sin titulo)


(sin titulo)

Mi rostro puede ser mi alma,

quién lo sabe,

ni siquiera mi cuerpo

tiene el instinto de preguntar.

Todo, mientras se pausa

una noche que ya olvidé.

LO QUE NOS CUENTAN LOS MORTALES


- LO QUE NOS CUENTAN LOS MORTALES -

Cuando nos derrumbamos, en las afueras del camino transitable, pronto fuimos pasto de las moscas, sin que nuestro recuerdo luciera de forma particular. Los que deambulaban por la firmeza del empedrado tenían sus quehaceres en la mente y la posibilidad de transitar con los pies de plomo.

El enjambre de moscas que nos cubría nunca fue noticia para ellos.

Al parecer, después hubo una tormenta que se empecinó entre los riscos y sembró lodo ácido que erupcionaba la piel.

Como nosotros, algunas moscas murieron. Mostrábamos roderas en nuestros cuerpos yertos salpicadas de bulliciosos insectos sobrevivientes.

Sé que era otoño, y que en nuestro desmoronamiento hallamos una placentera calma.

Los que habrían de derrumbarse más tarde, mujeres y hombres que copularían sin tiento, escribirían con un tizón de nuestras ascuas frases inconexas sobre nuestro breve rastro.

Se cuenta que un quizás esquizofrénico, el más desheredado de todos, uno que gritaba palabras sólo cuando la Luna no era demediada, ese que condujo un poema con algunas frases inconexas y lo enterró a la linde del empedrado.

El eco de un chinazo precipitado al vacío siempre lo festeja.

Cuando nos derrumbamos, después de otros y antes que los demás, hubo una pausa ficticia con sospecha duradera.

Minutos longevos debieron parecer a un suicida que cayó exhausto al correr jubiloso.

En un poco más, trémula, surgió otra planta sin tallo, y tras varios traspiés, aplastó su flor contra el lodo que llovería.

HILVANANDO


- HILVANANDO -

(Para Isabel, Sara y Eduardo)

La rueca hila los días

tejiendo celestes, amarillos y rojos,

inocentes besos en comisura,

la bola de fuego que nos rueda,

teje amaneceres abrazados,

sonrisas que tornean surcos,

esperanzas que encalan estrellas,

orgasmos que suscitan arcoiris,

abrazos sobrados de palabras,

y teje que teje el negro de la sombra,

la cola lacrimosa del hilván

que estremece nuestras uñas,

el desaliento que nos renace.

La rueca hila los días,

todas las noches gozadas,

insumisa, sin detener su noria,

asiente dar puntada de tormenta

y encelarnos al relámpago,

nos luce recostados en la Luna

cuando nos creímos deshilvanados,

presos, sin sombra que nos recueste.

(Kabalcanty. 2011)

DESCALZOS EN EL AIRE


- DESCALZOS EN EL AIRE -

( Desde una canción de Steve Hackett )

Nos conocimos como brisa de mar

y no subimos más peldaños.

Abandonamos la lengua a la borrasca

y nos abrazamos en el látigo del rayo,

sorteando pezones de montañas

con bocados de nubes gríseas.

Sin parar el grito de nuestra risa,

descalzos en el aire,

un alud de gotas esmeraldas

nos hermanó al hombre más perverso

y un volátil pubis femenino

nos mojó los labios con humores

níveos al derrocharlos al paso

y titilantes ambarinos al celeste.

Cruzamos las noches como lucernas

que acompasaban plenilunios,

sin resuello al umbrío pensamiento

que mascullaba distante

calzados sus pies en tierra.

La melodía era vendaval

que nos trasegaba sin cáscara,

desviciadas nuestras esquinas

de los crisoles cocinados ayer.

Solamente oyentes y olvidadizos,

descalzos por el aire,

sin velarse en que mañana

suene demorada hoy.

Kabalcanty. 2011.

CINE


- CINE -

Son tu oscuridad lentejuelas,

amparo de la ilusión, fe ciega.

Desde mis ojos tu pantalla es vida

enredada en un calidoscópico sortilegio

que acabará insistiéndome en tu imagen.

Me superpongo al beso del adiós,

corro en pos de infinitas estrellas,

soy un criminal de butaca prendida,

lloro desesperado y grito y río...........

La luz no me reconoce perfil

y siento la cercanía de mi espalda alada

con el viso amable del celuloide

discurriéndome por la creencia

siempre inconsciente en lo remoto.

Un poco más, al regusto de lo eterno,

la muerte para los mortales, no más,

el lapsus que recomponga mi tristeza

o siquiera un abalorio sonoro

que me sepa al albor de la sala.

Suficiente como la sed que te ansía

entre el embalaje de tanta prosopopeya.

(Kabalcanty. 2011)

SUEÑO VERDE


- SUEÑO VERDE -

Te has dado de bruces, sin quererlo,

con el remoto sueño pintado de verde

que ha rodado, juguetón, por la calle en cuesta.

Mira tu silueta incrédula, cargada de espaldas,

y escapa un chillido agudo que es risa,

que tiñe tu embeleso de filamentos rosas

y tu titubeo de baba ámbar cristalizada.

Al acercarte, las aceras se arquean,

las fachadas gotean lanudos cabellos bicolores

que te abanican con electricidad

y de las tiendas surgen gentes alborotadas

irradiando los ripios de la reina de la noche.

Tus espaldas, en ese compás de duda,

las cubren una monstruosa y expectante ola

que riza sus espumas al cielo verde

lloviéndote su cerco salitroso en la manga.

Indudablemente, te avanzas, sucumbes con agrado,

cierras los ojos, te abalanzas, te dejas,

y rompe un estallido multicolor y altisonante

que inunda, en cascada, cuesta abajo

y desborda el río que ladean los puentes

y se presta al bostezo de una alborada

que mancha soles y lunas al alimón.

HOMENAJE AL MIEDO

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA RESISTENCIA


- LA RESISTENCIA -

Sin que les faltase de nada,

nos dieron unas migajas a voz en grito.

Debía ser noche cerrada

porque sus rostros eran sombras alargadas

intimidándonos con sus manos sarmentosas,

goteando su dádiva escrupulosamente.

Fueron siglos donde todas las noticias

proscribieron nuestra desgana,

la falta de entusiasmo en la producción,

nuestro descrédito hacia el deber.

Tanto acumulamos para defendernos

que la audiencia optó por una serie,

placentera y sin hollín verborreico,

de estilismo rectangular televisivo

con emociones calculadas en pulgadas.

No nos vinimos abajo,

ni siquiera arriba, custodiado por fuerzas especiales,

esperamos el estruendo de alguna explosión

que nos dirimiera el fortín desvencijado.

UN CASTILLO KAFKIANO

UN CASTILLO KAFKIANO

No es plato de gusto verse convertido en una especie de escarabajo de la noche a la mañana. Es extraño pero puede darse el caso, máxime si el sujeto en cuestión es un tipo de pesadillas retorcidas y visiones ajenas al común de los viandantes. Todo se puede complicar, en principio, si tu padre te inculpa de la mutación reprochándote tu falta de entereza como hombre para afrontar el umbral de la madurez. "Si ni siquiera eres capaz de apechugar con el matrimonio, no puede sorprendernos ya nada", diga quizás tu padre, escudriñando la multitud de patitas que ahora forman tus extremidades. Los demás miembros de la familia callan respetando la voz del padre y otorgan, por ende, que esa condición nueva de insecto es algo tan ineludible como buscado, que la naturaleza demasiado delicada de ese hijo mayor, rara en un hombre de cumplidos los treinta años, ha engendrado en su cuerpo una diferenciación determinante. Todos le miran, ahí medio incorporado en el catre, como la consecuencia que siempre se temió. Él, por el contrario, hubiera preferido que por lo menos su madre clamara a gritos la metamorfosis, pero no pasó nada de eso.

Como la vida sigue, siempre sigue a pesar de todo, al tercer día tuvo que incorporarse al trabajo. El sudor negro, que ahora se escurría por su caparazón y se enroscaba entre los pelillos diminutos de sus patitas antes de encharcar el suelo o el lecho, apenas dejó de afluir por sus nuevos poros el día antes de incorporarse al trabajo. Sabía de sobra que su aspecto le traería malas consecuencias y no se equivocó. El guarda de seguridad que custodiaba la entrada en el Ministerio, donde había trabajado sus ocho últimos años, no le dejó pasar y llamó a su superior para aclarar aquella escaramuza deshabitual. Lógicamente el revuelo no tardó en generalizarse. Los empleados miraban por las ventanas como aquel escarabajo, vestido de traje y sosteniendo a duras penas su verticalidad con un bastón, humillaba sus ojillos hundidos indefectiblemente avergonzado. Algunos le hacían burlas desde las alturas y otros, sobre todo las mujeres, se tapaban el rostro con claros signos de repugnancia. Hasta el mismísimo señor P. ,su jefe en el departamento, se acercó personalmente a la entrada del Ministerio para encarársele. "Es realmente vergonzoso, K., que trate de presentarse usted en estas condiciones en su puesto de trabajo. Bastante es sabido (creo que hasta su excelencia nuestro Jefe de Sección es conocedor) que su falta de dedicación laboral le ha impedido acceder a la categoría superior, obvia en cualquiera de nuestra sección. Todos sabemos de sus...... bueno de sus abstracciones literarias, de sus entretenimientos escritos, que permítame que le diga, K., a nadie le parecen recomendables para labrarse un futuro, ni dentro del Ministerio ni fuera. Nos parecen los delirios de una mente enferma repleta de complejos. Y ahora nos viene usted con esta espantajada. ¡Le juro que esto no va a quedar así.", le exhortó, con los pulgares colgados de las solapas de su chaqueta y merodeando a su alrededor pero a prudencial distancia. El Ministerio, sin más dilación y como estaba previsto, le denunció. El ahora escarabajo K. tuvo que enfrentarse durante varios años, puede que tres o cuatro, a una serie de citaciones y juicios rápidos que llenaban jornadas y más jornadas a lo largo y ancho de pasillos y despachos repletos de legajos, donde siempre aparecía un funcionario que le hacía un sinfín de preguntas tras rellenar un formulario que siempre debía firmar con la huella de una de sus patitas. El abogado de oficio, al que luego renunció por considerarle demasiado lerdo y alejado de sus reivindicaciones para pasar a defenderse solo, nada más conocerle le aconsejó que añadiera a su K., incierta , sospechosa y proclive a la diferenciación, una distinción profesional que sirviera de referencia al Tribunal en el proceso. Acordaron que Agrimensor K. era una buena opción.

Como cada vez su presencia en la casa familiar era más que molesta, el extraño escarabajo Agrimensor K. se mudó a una de las rejillas de ventilación del metropolitano. Todos le vieron partir una mañana, pero disimularon espléndidamente y, en un par de horas, su cuarto era desalojado y ventilado convenientemente.

A lo largo de su tortuoso proceso, cierto día se encontró con R., la mujer con la que rompió pocos días antes de casarse. Ella, después de dar un gritito, rompió a llorar estruendosamente y tapándose el rostro. Después simplemente se fue, dejándole a él una estela de ese perfume que tan bien conocía.

Llegó el día de la sentencia y aconteció tan raudamente que el Agrimensor K. apenas tuvo tiempo de acomodarse en su banco de acusado. "Este tribunal considera culpable al acusado, instándole de inmediato a que abandone su actitud individualista, diferente y provocadora que tanto daño hace al resto de los que fueron sus semejantes". Él, sacando unas fuerzas que cada vez le eran más lejanas, apeló, sintiendo una palpitación que resonaba en eco dentro de su caparazón. "Le rogamos al acusado que las apelaciones las exponga convenientemente en El Castillo", dictó el Juez, dejando caer su mazo sobre la mesa.

Al Agrimensor K. no le quedó otra que dirigirse en tren ( en el que obviamente viajaba gratis, justo en un rincón del pasillo al resguardo del tubo de la calefacción) a la región donde se hallaba El Castillo. Era un paisaje emborronado por las cercanas minas de carbón en el que el edificio, un castillo medieval en toda regla, se erigía majestuoso en lo alto de un promontorio. Se encontró con dificultades, pues nadie en el pueblo, que rellenaba el valle neblinoso del humo de carbón, le daba razón del horario al público de El Castillo. Cuando mencionaba la fortaleza, a todos les acometía una prisa instantánea que dejaba al Agrimensor K. con la palabra en la boca. Al día siguiente, tras un ligero sueño a la entrada de la pensión, se encaminó a temprana hora a comenzar con los trámites de su apelación. Llegó al Castillo y entró sin oposición con la gran puerta de herradura abierta de par en par. Luego penetró por un pasillo largo y oscuro hasta que vio una lucecita sobre una mesa vacía en la que daba cabezadas un bedel. Con un carraspeo propio de escarabajo, despertó al bedel. Este, sin abrir los ojos, le entregó un pliego oficial, con el membrete impreso en la parte superior de la hoja. Mojando sus patitas en tinta lo rellenó y siguió por el otro pasillo, tan oscuro y largo como el primero, que le señaló el bedel al entregarle el pliego.

El Agrimensor K entró por el portón en herradura de El Castillo y jamás se supo que saliera. Dicen los lugareños que se halló un manuscrito sin concluir a la entrada de la pensión que terminaba de la siguiente manera: "......pues de otro modo la historia puede tornarse aburridísima también; también este elemento contiene. Pero intentemóslo........".