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DEPENDENCIA -
Condensada en un beso, abre la
noche su cola de sugerencias y en su extremo oscila,
al viento que sólo sopla en mí,
un fleco luminoso cada vez más
mortecino.
En la ventana, un atlas sin rasgos
que, calamitoso, desliza oscuridades,
subiendo y bajando,
danzando a la grupa del hilván
quebrado donde se desdice el humo de mi cigarrillo.
Una crecida visión, un lienzo
deforme que humedece los alrededores con óleo negro,
con el cutis de la noche, cual
reclamo del artista desde el caballete vacío,
acallado por el bullicio
esperpéntico del latido en trance de una verbena en alegría estival.
Luego, el sueño,
ese libro que nos cortó las venas
para mostrarnos a expensas de la balanza de Atropos,
cuando habitamos sin cuerpo y el
alma se estructura al borde del precipicio.
La noche nos sobrevive.
Kabalcanty.copyright©
(Foto:
"Asfixia contemporánea" de Ramses Collado)
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