viernes, 8 de junio de 2012

FAREWELL, MY LOVELY


FAREWELL,  MY LOVELY
(Robert  Mitchum)



Te echas el sombrero hacia atrás
y pones los pies sobre la mesa.
Sopesas el scotch sin mirarlo,
lo coges por el gollete de la botella
y das un breve trago,
chascando la boca como si doliera.
El alcohol te supedita a sus curvas,
insinuantes dentro del vestido ceñido
(azul-verdoso-pálido),
a sus cabellos tejidos en oro
y peinados lo justo, no demasiado.
Te escuchas diciendo: Velma.
En un impulso, te levantas
tirando la silla a tus espaldas.
No te agrada el guiño sentimental.
Prendes un “Camel” y liberas el humo por la nariz,
como le gusta a Marlowe paladearlo,
e iluminas esa mirada cínica,
                                       incrédula,
                                       grosera,
enquistada fotograma tras fotograma.
Pones cara de sed y vuelves a la botella.
El desorden del cuarto
intima con una voluta de humo
que estalla en el plafón del techo.
Debe ser madrugada.
Con los pasos titubeantes, te acercas al catre.
Cuelgas la cartuchera en el cabecero
y, vestido, te dejas caer sobre el colchón.

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