Noté cómo el sudor empapaba la pechera
de mi camisa de lino. Era un tiempo corto e infinito en los que los problemas
radicaban sólo frente a mí y al alcance de mis manos. La suerte expandía los
minutos sobre las gárgolas de neón que me custodiaban hieráticas vomitando
luces y guarismos que me engrandecían. Fulguraba mi destello en el habitáculo
microcósmico como la rauda eternidad, cuando mi fliper izquierdo colocó la magia
en la espiral del tobogán especial. La pinball crepitó y sonó la detonación del
extra. Hinqué la barbilla sobre el esternón y cerré los ojos para recibir lo
más celestial que conocía.
Kabalcanty.copyright©
(Lienzo hiperrealista de Charles Bell)
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