lunes, 13 de mayo de 2013







Si mirabas el caminar de la arboleda,
tu soledad era un inmensa vivencia
sin asideros para justificar tu presencia,
una cegadora luz que, traspasada,
no era más que un foco inalcanzable
calentando una absurda monotonía.
Te hubiera gustado nombrar algo,
calificar un fluorescente segundo
con un recuerdo para manejarlo
entre bostezo y bostezo
y dejar una herencia recurrente
para algún alguien, un espejo,
quizás, un reflejo cortante
en la cortina.
Pero nadie dijo nunca nada,
ni tú tampoco
aunque te hubiese agradado,
si.

Kabalcanty©2013

(Fotografía de María Celia Carreño)

No hay comentarios:

Publicar un comentario