DE HALLARSE OBRERO
“ Debajo, la tierra oscura se baña de
sangre”
(Cesare Pavese)
Esculpido
en la complacencia que tiene la monotonía
para
con la pesadez de los párpados,
se
arrastra sobre juventud efímera tumultuosa.
Escucha,
sin oír, los mismos zumbidos en los otros
para
hacerle aún más pesado el vértigo
demoledor
que comunica su tímpano y su voz,
cavernoso
golpeteo que acalla crujiendo billetes.
Le
inculcaron la dignidad cotidiana del trabajo,
otros
inculcados, hijos de inculcadores inculcados,
carne
agreste y arrugada, vaivenes de modorra,
susurros
rabiosos en griteríos de muchedumbres,
redondeces,
de puro sencillas, inofensivas.
Le
poseen ocho horas a puerta cerrada,
asegurándole
ganancias, reconocimientos: futuro,
fulgurantes
hechizos genéticos acatados,
aún
en la más latente rebeldía.
Solo,
se mira solo,
en
familia, solo; con otros, solo;
induciendo
a los azares del juego
al
abandono de su casaca zurcida.
Cruje
la tierra en su cabeza,
un
año más,
el
sudor le destiñe el cuerpo
como
una burbuja en la superficie,
mientras
clavetean los acopiamuertes
los
antepenúltimos clavos a su ataúd.
Un
notorio suspiro,
apenas
un gesto desigual,
consentido
en un rictus
que
flaquea frente al espejo.
Kabalcanty©1980
(Pintura de Wolfgan Lettl)
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