"Tuvimos que llegar a esto para
darnos cuenta", te dijiste con la cabeza embotada por el whisky y pensando
al tiempo, como si la situación te satisficiera más allá de tu parca moral, que
sería una muerte dulce quedarse así y degustar una plácida eternidad. Sonreíste
voluptuosamente tendida sobre el espejo que te sostenía. Te percataste que ya
amanecía otra vez. "A él", te dijiste, reteniendo una bocanada ácida,
"le gustaban los anocheceres". El ilimitado espejo vibró unos
instantes antes de elevarse un par de centímetros más.
Kabalcanty©2013
(Fotografía de Gregory Crewdson)
No hay comentarios:
Publicar un comentario