LOS CONTORNOS DEL DESEO
De
puntillas, asomados al ventanal
henchido
de lo que deseábamos,
nos
dejamos en una sonrisa bobalicona
para
mostrarle al mundo los talones.
Nos
agarramos tan fuerte a sus aristas
que
tanto doña Razón, con mesura,
como
doña Moral, con soflamas,
no
pudieron desgarfiar nuestras manos.
Nos
deleitaba vernos ingrávidos,
danzando
al son orquestado del mutis,
con
una pose que irradiaba dicha,
y
poco importaba si sus hieráticos pasos
trastornaban
nuestros ojos advenedizos
y
los iluminaban con sombras.
Nos
tomábamos las manos sin roce,
convencidos
de aquel anhelo íntimo,
filmado
con tantos desechos de sueños,
y
las atábamos a nuestra cintura
para
sostener el tiempo al máximo
sin
topar con la rudeza prosaica
que
amorataba nuestros pies.
Cuando
llegaba la hora de los visillos,
la
corneta que desdecía la certeza
de
que habitaríamos el locuaz reflejo
que
coloreaba nuestras pupilas,
entonces
las lágrimas nos buscaban,
pero
nos decíamos, con tanta fe,
que
mucho nos dolían las punteras.
Kabalcanty©2011
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