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SABATO (30-4-2011) -
“El mundo nada puede contra un
hombre que
canta en la miseria” (Ernesto Sabato)
Se riza la oscuridad más allá de
sus pasos,
es negrura física, rocosa, que se
ríe de la noche
y que nunca flaquea por una migaja
de albura.
Le humedece el sudor y le
castañetean los dientes,
pero anda erguido, trazando
borrones en la hoja
que aclarará con ginebra en un
boliche fluorescente,
allende demás sinlunas y horrores
de la ceguera.
Reclama el vértigo de la traición
noctámbula
y no asquea derramarse por su
tobogán,
aunque sus ojos de cristal le
adviertan,
con esa punzada que le resfría el
alma,
de la apacible poltrona y la
fraternal lámpara.
A veces lloró, si, cuando le
contaron de ayes amados
oscurecidos con los testículos
quemados
o con las vaginas desgarradas por
tuberías de plomo.
Siempre abyecta oscuridad, tul
negro constante.
“¡La concha de sus madres!”,
maldice el argentino
y redacta, desnudo al sol, su
esclarecedor Informe.
Y no más: querés aclararte el
hígado,
desdices la pluma, te revives,
tu vista es un tizón detrás de tus
gafas,
te inundas de digestiones mansas
y duermes, por fin duermes.
No más letras para anochecerte la
vida,
no más fracasos que te impongas
descontar.
La vida puede ser un hombre que
canta en la miseria.
Entonces pintas, pintas los colores
que no sueñas,
ese desplome del párpado que te
desnuda oscuro,
pintas lo que anida en el
torbellino de tu voluntad,
no pintas la derrota de tus ojos,
la última,
la esquinada que siempre rió de la
noche.
Guarango amanecer,
no le ilusiones más.
Kabalcanty©2011
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