domingo, 31 de marzo de 2013

POETAS








- POETAS -



No nos conmovía la estática naturaleza,
sus montañas con su cuerno nevado
y su vegetación inclinándose al viento,
éramos nosotros aclamando su animación
entre copas de vino y lienzos postreros.
Las ramas rasgaban el aire contrariado
silbando la espesa murga monótona
que nuestras guitarras al paso enlucían
comulgando con el pitillo compartido.
Nada se escucha sin todas las palabras
que aderezan el pasmo de la escarcha,
ni el ocaso esculpe las extensiones
en una página en blanco que se precie.
Nuestro celo era un tumulto ebrio
que postulaba a los costados de la nada
una respuesta que coreábamos sin escuchar
desde el estrado donde siempre fuimos
y nuestro colorido aliento configuraba.




 Kabalcanty©2012               






Me quedé en el destiempo
de la hora de....
¿ayer?
Desasistido, caduco,
una peonza sin vueltas
abandonada a su hermetismo.

 Kabalcanty©2013

martes, 26 de marzo de 2013

HABITANTE ABISAL








"...Frente a frente, temido a acabarme,
recobro la afluencia de mi amor
y limpio la noche de tu rostro
como enteros sus muslos oscilan
en la carcajada que oculta mi lengua..."


(Versos de mi libro "Habitante abisal", Febrero 2013, en http://Kabalcanty.bubok.es)

lunes, 25 de marzo de 2013




Amor, a ultranza te hiciste silente,
te enrocaste en la esquirla breve
que siempre penetra tu mutis.
Te replegaste para decirnos sinrazón
bramando en las aguas de tu ausencia,
esa soledad sonando estridente,
cuando horizonte es tu islote pétreo,
tan inabarcable como fuiste ayer.
Amor, ¿cómo despertar tu muerte?                                                
Horadaste la roca para ser
más que un beso que te sangra,
más que un sexo que te contiene;
huiste la carne con lo inmortal
que contienen todas tus desnudeces.
Acaso esculpido en la piedra
o cautivo de un adhesivo cotidiano,
quizás recostado en el pretil
donde mantengo los abismos,
me impaciento si no te veo
recortada una sola de tus axilas.



  

Kabalcanty©2012               

sábado, 23 de marzo de 2013

Kabalcanty dixit: Todo fue del revés desde entonces;nos dijeron d...

Kabalcanty dixit:


Todo fue del revés desde entonces;nos dijeron d...
: Todo fue del revés desde entonces; nos dijeron del aura apolínea desde un arrugado púlpito que gastaba palabras incontenible...




Todo fue del revés desde entonces;
nos dijeron del aura apolínea
desde un arrugado púlpito
que gastaba palabras incontenibles.
Nada debería resultar extraño:
ni bola sonrosada que nos domeña
ni el esplendor masticado en vano.

Kabalcanty©Marzo 2013

(Ilustración de Arlette Gagnon)


viernes, 22 de marzo de 2013

Kabalcanty dixit: Equivoco para mi suspiroapagándose en un infie...

Kabalcanty dixit:



Equivoco para mi suspiroapagándose en un infie...
: Equivoco para mi suspiro apagándose en un infierno que fustigaba vuestro reverso. Me motivaba el cuarto al tanto que mi ...





Equivoco para mi suspiro
apagándose en un infierno
que fustigaba vuestro reverso.
Me motivaba el cuarto
al tanto que mi deseo de amar
acometía mi pupila rojiza,
de tanta ginebra y humo,
y prolongaba mis labios
hasta un lúbrico altar
de fuego demasiado efectivo.
Sólo borracho me consolaba
paladeando una brizna de nalga.

  Kabalcanty©2013
(Ilustración de Deolinda Martins)

jueves, 21 de marzo de 2013






Quise que tu yema voluptuosa
y tu perímetro crujiente,
ribete al aceite mimado,
fuese sensatez en mi paladar
y demencia al contemplarte
ansioso. La concordia incesante
en el alero de todas las porfías.

Kabalcanty©Marzo 2013

(Ilustración de Tjalf Sparnaay)

martes, 19 de marzo de 2013




Entre todos mis recuerdos
eres la mirada que los vivifica:
los hace plásticos y porosos
armonizados en la perpetuidad
del roce de tu piel magenta
sublimando el final de un día.
Armoniosa y petrificada,
al fondo de una bóveda lóbrega
donde esas menudencias gravitan,
amor.

 Kabalcanty©2013

(Ilustración de Timothy W Jahn)


lunes, 18 de marzo de 2013




El cuerpo es despojo tras la muerte,
una huida hacia el vacío espeso
que siempre sospechamos
en la faz de una repugnancia
que nos incomoda y acompaña
cuando cesamos de hablar
y dejamos de acoplarnos.
La extinción tras tanto verbo.

Kabalcanty©Marzo 2013

( Escultura de Sam Jinks)




La certeza son estos cirros
que arañan el cielo
sin que inmuten la noche.
El cósmico errar
significando la negrura infinita
en un vaivén matemático
que traga y traga la pregunta.
¿Ves el halo fulgiendo la nube?,
pregunto a mi hombro cercano,
y su mutis me llena de certezas
que desestimo entre tus brazos.

Kabalcanty©Marzo 2013

viernes, 15 de marzo de 2013





El alcanfor en tu maleta
descerrajó la lágrima que no quise.
La euforia de tu vuelta
resonaba en otras voces
sobre la singladura de una pared.
Viajabas tu ausencia
y la demorabas perdido.




Kabalcanty©2013

miércoles, 13 de marzo de 2013

SOLEDAD SONORA





SOLEDAD SONORA

(A Encarny Hernández)

" ....o fueran abolidas todas las soledades...."

                    (Mario Benedetti)




Si tan siquiera pudieras musitar una nota
para que todas las Lunas
vertieran su manto nocturno,
lo harías.
Trabajarías un halo nacarado
que ingravitara a las madres
a que acallen sus ayes
en la soledad de un cuarto blanco,
                                          blanquísimo.
Pero te conformas
con tentar su frente
y ver la cimbreante espiga
que verde prenderá en ti.
Cansada, te sientas,
y no hay lecho que concilies
que mullan nuestras manos
con retales de venas


Kabalcanty©2011

martes, 12 de marzo de 2013

EN LAS ORILLAS DE LAS CÁRCAVAS




EN LAS ORILLAS DE LAS CÁRCAVAS


Poco me hizo falta para el viaje, además el empeño me urgía, aconsejándome escamotear despedidas que me abocaran a un inevitable discurso.
Todo debía ser escueto, espartano.
Mis discípulos, ocho calaveras que lustré con sebo de caballo, cupieron en una saca, donde añadí varios mendrugos de pan, una botella de agua, unos libros y mis manuscritos. Un perro triste y huesudo, que acudía diariamente a que le diera las sobras de mi comida, se unió al sequito.
Preferí la noche.
Preferí el invierno.
Preferí el soplo del destino, o lo que tomé por tal.
Con la cita del crepúsculo, el perro se puso a olisquear entre la basura de un descampado en el que corrían riachuelos producidos por las lluvias de días anteriores.
Comprendí que aquel era el sitio.
Los montones de escombro hacían escarpado el terreno,
la basura, como el manto de una improvisada primavera, florecía los valles,
los arroyos zigzagueaban, entre maleza y bolsas negras anudadas, hasta perderse al final de un declive que se estrellaba entre una fortaleza de juncos de amarillentas extremidades.
Algunas ratas viejas y dos o tres perros, muy molestos con nuestra presencia, parecían ser la única vida que contemplaba nuestro asentamiento.
Más adelante, en verano, dando sepultura a mis manuscritos, vi pequeños sapos que se enterraban en la cama de los secos canalillos detrás de profundas humedades.
Hice un tendido de plástico, dispuse las calaveras en fila,
mirando sus cuencas vacías
hacia la grandeza que limitaban los macizos de escombros
y me dediqué a esperar.
Dedicaba mi paciencia a recitar versos de Poe, Rimbaud, Benedetti, Panero, Hierro, De Ory, Gil de Biedma....... por el día; y musitaba, con mi perro acurrucado en mis rodillas, en las primeras horas de la noche invernal, al calor de un cubo de lumbre, los poemas que escribí antes de mi viaje.
Apenas comía,
bebía agua sucia de los arroyuelos,
y no escuchaba nada.
Olvidé mis pastillas,
mis camisetas y mis vaqueros,
las explicaciones que debemos,
las razones por las qué,
olvidé mi aseo,
los dolores me asediaron, pero no quise escucharles,
me olvidé en parte de mí.
Mucho tenía que importarme antes
para sentirme tan ligero.
Tuvimos un invierno aguanoso que aunque me resultó molesto para la subsistencia, lo recibí con la alegría de los comienzos y el misterio de la novedad. Me sentía fuerte y con unas ganas inusitadas de escribir, pero apenas escribí una línea.
Hablaba de mis poemas antiguos con una garra que me sorprendía.
Mis calaveras me escrutaban, y supongo que hasta asentían, intimidadas por la fogosidad de mis palabras.
A veces, elevaba la voz y escuchaba un batir de alas de palomas y grajos que me resultó acogedor.
Picoteaban la basura una y otra vez, parecían no hartarse de ingerir mierda. Cuando espantaba su picoteo con mi voz, hubo algún grajo que se posó en el montón de escombro trasero de mi choza y me dedicó un graznido de reprobación.
Me hacían sonreír.
Por primavera vi los primeros seres humanos desde mi llegada.
Dos niños de raza gitana que hurgaban en la basura.
Oscuros más que su piel
se afanaban sobre cualquier hallazgo
que paseaban en bolsas de colores.
Su risa no era espontánea: era un esfuerzo
que se inclinaba hacia un lado  por entre el matojo de sus pelambreras.
No se asemejaban a otros niños,
excepto su mirada curiosa cuando vieron mis largas barbas y mi delgadez.
Me miraron, se miraron y siguieron a lo suyo.
Yo nunca les molestaba: observaba su trajín cotidiano desde la distancia, sentado en la orilla de un arroyuelo.
Un día llegó con ellos un hombre adulto; llevaba un sombrero negro y un bastón fino acabado, en su empuñadura, con unos flecos de colores. Le saludé desde mi puesto. El hombre comenzó a lanzarme improperios y a amenazarme esgrimiendo el bastón. Quise calmarle con mis manos, pero eso le encolerizó aún más.
Desaparecí al final de la pendiente, entre los juncos
que gemían a mis pies
su último aliento.
Los riachuelos se estaban secando
con el avance estacional
y los dependientes de su sangre
comenzábamos a padecer
su agonía.
En uno de esos días, mi perro se marchó. Se cansó del avance de las privaciones y abandonó el descampado cuando yo dormía. Comprendí que este viaje era sólo para mí, pues yo lo había iniciado, había encontrado el lugar convenido por la casualidad y debía esperar a que finalizase.
Porque no hay más,
sólo lo que quieras creerte
que anide en lo alto de la roca que prefieras
o que desees desvelarte bordando
la alfombra que pisen los otros
para poner tu cuño en una esquina.
El verano fue peor de lo que esperaba. Lo desértico iba cercándome. Las ratas, multitud ingente por todos lados, me royeron, hasta la carne, las uñas de los pies y de las manos cuando, exhausto, dormitaba.
Fue entonces, tras el primer vómito de sangre, cuando decidí escribir este poema.
Todavía no pensé que fuera de los últimos.
Tenía la certidumbre de que el sobreesfuerzo me iba a impedir escribir como hasta entonces, pero la prisa no montó en mi viaje.
Medité que, quizás, podría extenderme más.
Como un legado al vacío.
Como un montón de estupideces solamente aptas para estúpidos.
Como un avance de la sinrazón.
Como la explicación de lo inexplicable donde intentan aferrarse los ahogados.
Un derrumbe de escombros sepultó mis calaveras.




Me salvé por mi paseo diario hasta los juncos, cada día más lejano.
Nada se veía de mis discípulos enterrados,
con su mueca escéptica
volvieron a morir
por la causa imbécil
de seguirme.
Su educado silencio
siempre lo tuve por admirable
e intente arrastrarme a él,
pero fracasé
porque no sabía que decir silenciosamente.
Mis versos me perdían,
y tan sólo entonces, llevando en vilo a mi cuerpo,
lo que desmerece,
lograba callar
y seguir mintiéndome
para que otros me lean.
Dudé entre los juncos de extremidades cada vez más amarillentas o el cauce seco de los canalillos.
Mis manuscritos los sepultaría en la sequedad de las cárcavas, me dije gritándolo, sorprendiéndome de que mi pecho fatigoso pudiera albergar sonido alguno que no fuera el estertor. Estaba decidido. Tal vez otro otoño o invierno aguanoso lo guiara a los juncos y hasta puede que más allá. ¿Pero es que había un más allá de los juncos?
Cuando defequé sangre en riada, enterré todos aprisa; la debilidad hizo de ello una tarea ardua y penosa. En el fin, atardecía; el vapor del calor oscilaba las cimas de las montañas de escombro y tensaba las bolsas negras anudadas muy despacio.
Me senté a la orilla de una cárcava e improvisé los últimos versos.
Nadie podía escucharlos, ni siquiera yo mismo.

 Kabalcanty©2010

lunes, 11 de marzo de 2013






¿No viste al mundo pasar?
Era una mañana de abrigo,
una tensión al mediodía,
relajación pintando atardecer,
un borrón abúlico, noctámbulo.
¿No te atreves, recaídas?

 Kabalcanty©2013


(Ilustración gentileza de Talón Abraxas)

domingo, 10 de marzo de 2013





El escrito fue una renuncia
tras la persiana del cuarto.
No sólo requemaba la bombilla
días y noches en la lámpara,
también paralelepípedos emergentes
atrincherando su espacio
como un bálsamo aniquilador.
Era la traslúcida porción
que pretendió defender:
un ultimátum sin causa,
añoso desluciéndose.

 Kabalcanty©2013

(Ilustración de Gajdán Zsuzsa)





sábado, 9 de marzo de 2013




Todo el magma del señor Rasunfate
se enfrío en sonrisa de medio lado
y una mirada despeñada
de su frente descerrajada.
Escribía versos y vestía inclemente
para muchos agoreros equilibrados,
así como surgió del abandono
de una retina inquieta y dispar.
Mas tuvieron que clasificarle,
contumaz impronta que tranquiliza,
y de tal guisa posó de indiferente
para sospecha de algún uniformado.

 Kabalcanty©2013

(Ilustración de Glaucoma Rasunfate)

viernes, 8 de marzo de 2013

Y DUELE


  
- Y  DUELE -





Sellas tus párpados sin mirarme
y te enrocas a tu espalda
contrayéndote a mis dedos.
La senda de tus besos oscurece
en un invierno tan crudo
que pende su silencio en estalactita.
Sin duda mi muerte no es terrenal,
no yazgo macilento y sin latido,
mas me adornan punzantes lágrimas
que enrejan mis ojos nocivos
y despellejan mis pies enraizándolos
en tamaña quietud que me sepulta.
Tu corta pero afilada distancia
me deja sin ramas, sin dúctil boca
que te amolde a mis palabras,
es el embozo del vacío que huí
cuando me sostuviste con tu sonrisa.
No insinúes mi deriva,
sea tu impronta dolorosa en mi mejilla
y prescindir del relieve de tus ojos,
pero equilibrarte al canto de mi uña,
unívoca, amor de mis amores. 


Kabalcanty©2012               

jueves, 7 de marzo de 2013





Es cuando apareces en la montura de mis hojas,
cuando es cuanto el tiempo, la incertidumbre
para que ocurra algo importante, el desasosiego
que me presagia aún existente, la duda resuelta
pendiente al final de tu espalda, el éxtasis resuelto
en la habitación que tantas veces recorrí indolente.

 Kabalcanty©2013

(Ilustración de Marta Sciortino)