lunes, 9 de abril de 2012

PASADOMAÑANASERAOTRODIA


PASADOMAÑANASERAOTRODIA



Pasado mañana fue otro día:
los rostros se desvelaron por encanto,
los costurones de las cicatrices se irguieron
y los cabellos redimieron los ceños
como si el antes no hubiese sido fiable.
El alborozo que embelesó la travesía
sazonó los otoños menos imprevistos
de los que todos quisieron elucubrar.
Se hizo turgente una monstruosa sombra,
tan densa y pegajosa como la desconfianza,
y no tuvieron mas remedio que iluminar
sus reuniones con meros artificios.
Sus palabras terminaron por enredarse
con sus pasiones, sus soledades y sus necedades.
Terminaron por obviar el canto del gallo
y hacérseles insufrible el mutuo aliento,
aquel que creyeron embalsamado en mentol.
Apenas se oyeron pasos al disgregarse,
solamente el hueco roto entre la maleza,
donde volvería a residir la hojarasca en breve.

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