martes, 27 de agosto de 2013





Resbalaba la vida sobre una raja de sandía,
escupíamos los tropiezos de sus pepitas
como olvidos que germinarían olvido
sobre nuestras sandalias barrenadas de sudor.
La vida era calle arriba, calle abajo,
aderezada de suspiros a chicharrones y entresijos,
el olor a claveles mustios de la gitana
en falsete diciendo de una vida lejana,
alejada del rodar de un balón de cuero pelado,
del sudor bautizando nuestros huesos flexibles
con la ansiedad benigna cubriéndonos el sueño,
esperando el multicolor de mañana.
El cielo era anchuroso, azul y soleado,
difuso en las verbenas y mágico de negro,
y entre él y la tierra una inmensidad inabarcable:
un grito impotente incapaz de llenar.
Después todo cambió
y, perplejos, nos hallamos hombres.

Kabalcanty©2013



2 comentarios:

  1. Excelente relato poético de los hombres perdidos ante la inmensidad de lo incomprensible.

    ResponderEliminar
  2. Así es, amiga Gloria. Mi gratitud es inmensa, como dices, aquí y ahora y solamente para ti. Gracias y gracias.

    ResponderEliminar