miércoles, 30 de octubre de 2013

PESO MUERTO






EL PESO MUERTO



Jugueteando con el ordenador,
siento que mis espaldas ceden
con la mirada de mi hijo.
Espía la aduana de mi calva,
mi cuello largo y sudoroso,
mis hombros desvencijados
que yergo para protegerme.
No deseo transparentar mi derrota
y le distraigo con una broma,
pronta, tópica y manoseada,
que él acoge sonriente
en un esfuerzo de sensibilidad.
Me muevo lo justo al teclear,
no sea que la espora,
dueña de mi aire trasnochado,
deje entrever su cola
y le siembre de interrogantes
que entrecrucen su ceño;
que no me atisbe zigzaguear
reclamando el oxigeno
que me gana,  la maldita.
Pido que me vea como siempre,
sin sospechar de mi flaqueza,
erguido sobre mis piernas
y caminando sin vacilar
sobre el liquen del precipicio.


Kabalcanty.copyright©

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