lunes, 24 de marzo de 2014






Sonó desesperado su orgasmo:
vaciarse hacia afuera
temblando laderas
e inquietando aguas.

Aquella última costa
era un inevitable naufragio
y el atardecer una despedida
para desvanecerse de nuevo
y volver a ser creíbles.

Ella seguía gimiendo,
fatigada ya, exhausta,
y él fingía atrapar el tiempo
para demorar la oscuridad.

Kabalcanty.copyright©





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