sábado, 12 de noviembre de 2011

LO QUE NOS CUENTAN LOS MORTALES


- LO QUE NOS CUENTAN LOS MORTALES -

Cuando nos derrumbamos, en las afueras del camino transitable, pronto fuimos pasto de las moscas, sin que nuestro recuerdo luciera de forma particular. Los que deambulaban por la firmeza del empedrado tenían sus quehaceres en la mente y la posibilidad de transitar con los pies de plomo.

El enjambre de moscas que nos cubría nunca fue noticia para ellos.

Al parecer, después hubo una tormenta que se empecinó entre los riscos y sembró lodo ácido que erupcionaba la piel.

Como nosotros, algunas moscas murieron. Mostrábamos roderas en nuestros cuerpos yertos salpicadas de bulliciosos insectos sobrevivientes.

Sé que era otoño, y que en nuestro desmoronamiento hallamos una placentera calma.

Los que habrían de derrumbarse más tarde, mujeres y hombres que copularían sin tiento, escribirían con un tizón de nuestras ascuas frases inconexas sobre nuestro breve rastro.

Se cuenta que un quizás esquizofrénico, el más desheredado de todos, uno que gritaba palabras sólo cuando la Luna no era demediada, ese que condujo un poema con algunas frases inconexas y lo enterró a la linde del empedrado.

El eco de un chinazo precipitado al vacío siempre lo festeja.

Cuando nos derrumbamos, después de otros y antes que los demás, hubo una pausa ficticia con sospecha duradera.

Minutos longevos debieron parecer a un suicida que cayó exhausto al correr jubiloso.

En un poco más, trémula, surgió otra planta sin tallo, y tras varios traspiés, aplastó su flor contra el lodo que llovería.

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